Una interesante característica de la Argentina, que permite un buen desarrollo de la inversión, es que el país tiene una bien desarrollada clase de profesionales formados en una educación pública gratuita hasta el nivel superior de formación.
He sido fruto de la educación pública argentina desde las primeras letras hasta el curso de postgrado en ingeniería nuclear en la Comisión Nacional de Energía Nuclear. Como yo, hay muchos profesionales de una buena formación, debido esencialmente a la posibilidad de estudiar sin enfrentar el costo de la colegiatura. La Argentina tiene la posibilidad de enfrentar retos en varias áreas debido a este sistema. A la vez se promueve la movilidad social porque personas, que no tienen dinero para pagar una colegiatura, acceden a una buena preparación y alcanzan una mejorposición en la sociedad. Tener una buena base de profesionales es una condición para crear y gestionar nuevas empresas en el país. Se dio el caso en este siglo que se crearon empresas en la Argentina que pudieron llegar a un valor accionario superior al billón de dólares en un lapso de un tiempo breve, se las llama los unicornios argentinos (Globant, Despegar y Mercado Libre). Varias otras las llamadas centauros (valorización de más de 100 millones de dólares) están trabajando para llegar a este nivel y a continuación están las Littleponies (más de 10 millones).
Esto puede ser un aliciente para invertir en la Argentina por el hecho de poder contar con profesionales de buena formación y provenientes de todos los sectores de la sociedad. Cualquier inversión rinde sus frutos si se logra contar personal apto para el desafío de progresar en el mercado. ¡El capital humano de la Argentina puede hacer frente a los desafíos de mercado!
Argentina mantiene el sistema gratuito de enseñanza desde la fundación de sus primeras ciudades. Desde 1613 con la creación de la Universidad de Córdoba y desde 1617 con la creación del Colegio de Buenos Aires por los jesuitas arranca ese esquema. Al igual la salud pública fue desarrollada con organizaciones benéficas y de caridad.
Este tipo de educación gratuita no excluye el funcionamiento de un sector pago de la educación y la salud. El desafío permanente es que el nivel público gratuito sea igual o superior al privado.
Los premios Nobel que tiene la Argentina son fruto de esa educación. Carlos Saavedra Lamas (premio Nobel de la paz, 1936) estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde su bisabuelo Cornelio Saavedra (presidente de la Junta de Gobierno en 1810) también estudió. Se graduó en la Universidad de Buenos Aires de abogado. Bernardo Houssay (premio Nobel de medicina, 1947) también estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y se graduó en la facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires. Federico Leloir (premio Nobel de química, 1970) se graduó en la facultad de medicina de la Universidad de Buenos Aires. Cesar Milstein (premio Nobel de medicina, 1984) se doctoró en química en la Universidad de Buenos Aires. Adolfo Pérez Esquivel (premio Nobel de la paz, 1980) estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y se graduó en la facultad de Bellas Artes de la universidad de La Plata. En resumen cinco premios Nobel son graduados cuatro en la Universidad de Buenos Aires y uno en la de La Plata. Quizás ese sea el resultado más evidente de la excelencia de la educación pública.
Otro punto a destacar es la posibilidad de estudiar más de una carrera universitaria solamente librada a la capacidad de cada uno sin ninguna interferencia con las posibilidades económicas. En la Argentina se da el fenómeno de profesionales graduados en dos carreras diferentes. En mi caso personal puedo citar que el profesor de Ingeniería Legal de la facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, Ing. Guillermo J. Cartasso era graduado en derecho e ingeniería. Así muchos ejemplos, incluso yo.
En cuanto la educación en la Argentina evoluciona y no solamente es a través de formas tradicionales sino también a través de Internet. Hay fondos de inversión internacionales como The Rise Fund de 2 billones de dólares (el cantante Bono lo integra) que han invertido 20 millones de dólares destinados a la empresa Digital House, de la Argentina, un coding school donde se forman las nuevas generaciones de coders y profesionales digitales para que imaginen, innoven y creen lo que siempre soñaron (La Nación, 12 de diciembre 2017).
Jorge F. Beramendi